Cierro los ojos, aprieto fuerte mis parpados, mis pies sienten la ingravidez
Cuerpo de plumas que se mece al viento. Definitivamente mi cuerpo levita.
No necesito caminar para avanzar.
En posición vertical, pierdo todo contacto con la verde hierba que tan solo unos instantes pasados cubrían mis pies. Sintiendo su frescura, inundando una agradable sensación, erizando el bello ante tanta maravilla, sin advertir que segundos después sólo albergaría en el recuerdo.
Mi ente en posición horizontal, ya, por fin, siente la inmensidad de la nada. Hay, en medio de no sé qué, nada por arriba, nada por debajo, vencido por el cansancio, mi cuerpo nada en la nada. Suspendido en la no gravedad, ausente completamente, en otra realidad.
Realidad paralela, realidad que no es real. Realidad real invisible al ojo humano, invisible a un estado de consciencia. Una vez transgredido, alcanza una consciencia inconsciente.
Donde todo parece ensoñación y es tan real.
En esencia lo estoy viviendo en presencia, no.
En esencia puedo volar, en esencia puedo traspasar fronteras, paredes, montañas, en esencia puedo ver y tocar, sentir extremadamente como mi cuerpo viaja a otros lugares, besa y acaricia a personas lejanas en el tiempo, en la distancia, en esencia nada es imposible.
En presencia mi cuerpo sigue yacente sobre el lecho en el que reposo, durante la vigilia, en la antesala al estado REM, en esos momentos en que ni duermes ni estas despierto, en esos momentos, un segundo, un instante en el que mi ser etéreo abandona mi ser corpóreo para volar.
Y yo me dejo llevar.
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