16 julio, 2012

En el Anden


Sentada en el anden, a la espera de un habitáculo transportador que antaño hacia CHUUUUU- CHUUUUUUU, dejando tras de sí una estela de humo. Recipiente multipersonal siguiendo falsas lineas paralelas.

Se detiene, entro, deposito mis posaderas en uno de sus asientos, hoy casi vacío. Miro alrededor, pocas pero variadas las personas que comparten conmigo este espacio. Las hay de aquí y de allí, cercanas y lejanas, verde, azules y amarillas. Huraños unos, distraídos otros y los menos concentrados en alguna tarea que se traen o se llevan entre manos, Iphone, Ipad, Móviles, Tablets, etc.... y solo dos tienen ante sí esos magníficos libros que con el tiempo olerán a biblioteca. Ese olor característico que adquiere el papel con el paso de los años que a mi tanto me gusta. Y que decir del crujir de sus páginas al ser devoradas unas tras otras dejando paso a la siguiente, el acto instintivo de humedecer los dedos que agilizan la labor.

Yo escribo en uno de mis cuadernos, numerosos cuadernos. Esos cuadernos de los de siempre, de tapa dura, negras y una inscripción "NOTAS". Son mis mejores compañeros de viaje,  mis amigos secretos.Claro está, también congratulo con las nuevas tecnologías, aunque para mi poco fiables. Los textos en papel guardan para la posteridad, las palabras luminosas, pueden desaparecer para nunca más volver. ¡¡¡UF!!! se borró el disco duro.
JA,JA,JA!!! primitiva o arcaica, eso de la nube no va conmigo. 

¿Dónde se guarda? ¿Quien tiene acceso? Es un mensaje en la botella, mientras surca el mar esta a salvo, cuando alguien la descorcha pierde todo su misterio.  No se sabe quien será su poseedor, no se sabe cuanto tiempo naufragará, no se sabe, si nadie la descubrirá o si su valedero será un niño que asombrado correrá a mostrar a sus padres su gran botín, mientras celebran un aniversario con toda la familia.Estos más asombrados si cabe que el niño, la abren, leen el mensaje y descubren que quien desahogó sus sentimientos fue la tía María, que abandonada por su marido decidió dar fin a su vida dos meses atrás. 

Curioso, pues el mensaje escrito diez meses antes albergaba esperanza, iusión por ser descubierto con el fin de cambiar el destino de sus remitente.

Y yo pienso, para no ser abandonada por tu marido ¡CHICA!. Mejor no casarse.

Y justo pensando en esto se detuvo el tren, alcé la vista del cuaderno, dejé de verter tinta negra sobre él y recogí mis bártulos. Sin darme cuento, yo enfrascada en mi relato, el tren se llenó de bote a bote, no cabía un alfiler.

Pedí perdón, disculpe usted, me deja pasar, tengo que bajar, por favor paso, paso y en estas que el tren volvió a ponerse en marcha. Incauta, enfrascada, despistada y en estos momentos enfadada pasó la estación, atónita, mis ojos decían adiós a aquel andén que hacía días me esperaba.

Así que hay, detenida , anclando la planta de mis pies, inmóvil me quedé esperando el siguiente andén. 

Esta vez sí, atenta y cauta lo hice mio.

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