09 septiembre, 2010

Las vueltas que da la vida 3

Pantano González Lacasa


En la mañana, muy temprano, a eso de las 7:00, la dama despertó sobresaltada. Sus latidos alertaron todos sus sentidos. Sudorosa y agitada salió de la cama para beber un poco de agua. Sin encender la luz, aun en la oscuridad del no llegado alba, arrastó sus pies hacia la cocina.

Sentada y saciando ya su sed, recordaba cual había sido el motivo del desvelo. Evidentemente aquella llamada que no llegó, y su por qué. y de un modo casi autómata creó este poema que durante días ya le rondaba de neurona en neurona.



Siempre victorioso

el que se expresa con vagedades,

papeles mojados,

manchas de tienta ilegibles,

ni chicha ni pescao,

ni sí, ni nó.



He dicho pero no sé ...

Creo que ...

Bueno no ..., no digo nada.

¡Puede ser!

Ya veremos.

Es que ...

Te digo algo.

Quizá si ..., tengo que pensar

¡¡¡¡Ufff!!!!

Es posible, aunque ...



Sus pensamientos le llevaron a esta conclusión.

Siempre como pez en el agua, escurridizo aunque sin mojarse, sin comprometerse. Siempre airoso y al que nada puedes reprochar, pues en nada quedó, nada confirmó. Lo que digo y hago en 5 minutos, esta tarde, mañana o pasado lo deshago y desdigo.

En estas le dieron las claras del día. Salien del trance en el que se encontraba sumida, tomo consciencia al oir el primer trino de los pajaros al ver el sol.

Decidió olvidar el mal sueño, decidió olvidar aquella llamada y decidió olvidar casi por completo ... a quien no marcó su número de telefono. Se propuso vivir el presente dejandose fluir con los acontecimientos y pensó...¿realmente merecía la pena dedicar su tiempo a alguien que posiblemente no lo merece?

Bebió algo más de agua y aclaró su garganta y sus ideas.

Se dispuso a hacer el desayuno, hoy sería la dama quien impregnase la estancia con el suave perfume a café y tostadas recien hechas.

Despertó a sus caballeros durmientes, pues la noche anterior habían acordado que hoy harían ruta por la Sierra de Cameros y se darían un baño (siempre que el tiempo lo permitiese). Un día bien repleto de actividad.

Esta mañana los chicos, apareciedon de muy buen humor, completamente despiertos, calzando playeras y vestuario bien informal. Ella callada y un tanto taciturna todo el desyuno, sin poder despojarse de sus pensamientos secretos.

Era ya tarde cuando decidieron subir al coche, todos quisieron mirar sus restectivos mails,conectarse con la realidad por un periodo corto de tiempo. Realmente los cuatro amigos estan poco acostumbrados a días de vacaciones y sin obligaciones. Así que aunque poco, necesitan sentir que sus vidas y sus trabajos fuera de ese lugar idílico y mágico, sigue su curso natural.

Se dirigieron al punto más lejano al que se disponían a llegar en el día de hoy. Villoslada de Cameros, un pueblo precios que mantiene su arquitectura de antaño, lugar donde tomaron el aperitivo, tan español, que sería de nosotros sin ese paréntesis, ese receso en nuestra jornada. Pensaron que sería bueno caminar así que se adentraron en una de sus muchas rutas verde, una corta aunque preciosa, surcaban por el cielo águilas y buitres, un festejo para la vista.

Tomaron unas cañas y unos pinchos y marcharon rápido a las cuevas de Ortigosa. Que maravilla, un auténtico espectáculo para los sentidos. Fliparon. Aun extasiados en la contemplación del paisaje subterraneo dirijiéron su vehículo hacia el pantano González Lacasa, un bello enclave para realizar actividades acuáticas.

Aunque un poco tarde, se dispusieron a darse un chapuzón. Fría muy fría estaba el agua.

Acomodados en la terraza del restaurante; dos cañas, un solo y uno con leche. Exáustos de tanto relax, tan exquisito día había dado para mucho y sólo eran la 20:00. Sin prisas, nada que hacer salvo disfrutar mutuamente de su compañía.Contemplaron el paisaje al atradecer.

De vuelta, sin remedio la carretera les devolvía a Logroño, paso inexcusable para llegar al refugio. Coche detenido, parking del Rebellín, calle Laurel. Vinos, cañas, pinchos, risas, reencuentros, Café el Beso, plaza del Mercado.

Calle de los Portales, Muralla del Rebellín, parking, coche, carretera.

Eran más de la 0:30, Javier directo a la cama, había conducido todo el días, Chus preparó café, Dani y la dama leían mientras el murmullo de la cafetera despertaba sus expectativas.

Café, cigarro y mono de escribir.

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