06 noviembre, 2010

Una persona me pregunto...



Una vez, me preguntó una persona que acababa de conocer ¿qué es lo más importante para ti en el mundo?

Mi respuesta fue, yo misma.

Todos los presentes me miraron extrañados, parecía que había dicho la mayor barbaridad del universo, por lo cual, tuve que justificar mi respuesta.

Realmente creo que si tu no eres lo más importante para ti mismo, si no te quieres lo suficiente, si al despertar por la mañana no te amas de verdad, pocas cosas puedes ofrecer al resto del mundo. Si no eres consciente de mimarte, de dedicarte tiempo, de tomar un respiro en tu vida diaria para hacer balance del día, mirarte al espejo y sentirte bella por dentro y por fuera, (todos tenemos nuestros defectos, pero hay que aprender a vivir con ellos, cambiarlos o modificarlos).

En definitiva es muy fácil, dar una respuesta más convencional, una respuesta que satisfaga a los interlocutores que esperan, algo así como mi pareja, mis padres, mi hermano, i hijo,…

Pero creo que es engañarse a uno mismo, que es una manera fácil de reprochar a lo demás lo que no somos, lo que no hemos conseguido, a lo que hemos renunciado, echándoles de algún modo la culpa, repercutiendo sobre ellos nuestras frustraciones.

Yo personalmente, no creo que considerarse lo más importante para cada uno sea egoísmo, justo lo que interpretaron las personas que me juzgaron a la ligera. Creo que si no te amas a ti mismo, a quien puedes amar, si en tu corazón no hay amor como lo puedes demostrar, a quien lo vas a dar, si no dedicas unos minutos a relajarte como puedes mantener una relación relajada con otro ser, si no disciernes un mimo, como lo puedes dar, y no se trata de recibir, simplemente de aprender a dar y con quien tenemos más confianza en este mundo o quien deberíamos tenerla es con aquel que vemos al mirarnos en el espejo, pues el espejo nunca miente, aunque sí nuestra mirada subjetiva y sí los ojos con los que nos miramos. Aun que al mismo tiempo se trata de quitarnos esa venda de los ojos y ser duros y autocrítico. ¡Eso duele!

Debe ser por eso que nada es gratuito, aunque el precio que hay que pagar no es tan alto.

Pues es mucho más aquello que se obtiene al mirar en el interior y aprender a darnos, y sentirnos plenos, para saber dar en cada momento a quien se tercie.



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